LUIS LONGHI: UN ARQUITECTO QUE HABLA CON LAS PIEDRAS.


El arquitecto y escultor peruano Luis Longhi Traverso ha destacado últimamente por su trabajo de la casa Pachacámac, la cual expuso el 11 de agosto frente a un amplio público en la casona de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Federico Villarreal, entre otros proyectos.
El mensaje que transmite el arquitecto puneño en sus ponencias es la de una respetuosa interacción con el entorno donde se construirá. Una interacción el cual ironizaba confesando que "hablaba con las piedras" en el santuario de Machupicchu, en Caral, el adobe en Puruchuco, el cerro, el teatro municipal, etcétera. Detrás de aquello, que es risible, se encuentra una ideología arquitectónica de profundo respeto por la naturaleza. Detrás de aquello se esconde la teoría tan compleja de que la función y la forma interactúan de manera que ninguna de las dos predominen, sino que lleguen a nacer de las ideas del arquitecto con una naturalidad tan estupenda. Longhi, en su complejidad, cree en un dios con el cual se siente cómplice con su labor profesional. Dice que "Él es el creador de todo" y por lo tanto "nosotros le tenemos una gran deuda" pues "somos socios suyos". 
Dentro de su historia personal, nos cuenta que estuvo al borde de la muerte y que su sanación fue lo que le hizo valorar más la naturaleza, tanto así que ejerce un amor a todo lo creado divinamente.  

COMENTARIO PERSONAL: 


La obra de Longhi últimamente es que ha vuelto a las casas (de playa) ligeramente menos aburridas de lo que son porque al menos ahora se puede conversar algo de ellas. Quizás, para no parecer tan negativo, el arquitecto peruano ya esté cambiando de parecer y ahora opte por los adornos, pues, son tan peruanos que ya era hora de reivindicarlos. Seguro llegará el momento en que todos nos deslicemos hacia la aceptación del ornamento como alegres canoas en un río furioso. Más arquitectos lo usarán, los arquitectos más mediáticos lo tendrán en cuenta, los alumnos los copiarán, se volverá moda, los jurados de concursos lo aceptarán y las revistas de arquitectura lo publicarán. En ese entonces, todos pensarán que es el paradigma; en ese entonces, el ornamento en el Perú será oficial. Como todo lo que acá se vuelve oficial.

Por esto y por lo anterior, si alguna de las obras de Longhi, con todo y sus adornos por aquí y por allá, la hubiera hecho un arquitecto ‘desconocido’, simplemente no existiría en el mapa y tampoco ganaría ningún tipo de distinción o reconocimiento. El arquitecto ‘desconocido’ no pertenece a la arquitectura peruana (oficial). Pero, como la hizo Luis Longhi, sus casas son la máxima expresión de la arquitectura que el Perú necesitaba y el gran paradigma de nuestros días y, aunque pueda ser cierto, no nos detenemos a cuestionarlo.

En lo que respecta a mi opinión, el adorno de esta casa de Longhi en particular poco tiene que ver con el uso que hacían nuestros ancestros precolombinos: entonces el adorno era combinado a la estructura, y sobre todo la función, de los edificios. Por lo tanto, mucho tenían en común con la arquitectura moderna que, de Le Corbusier y sus concretos expuestos estriados a Mies van der Rohe y sus mármoles de venas rebuscadas, asimilaron la decoración como parte intrínseca de la estructura.
Pero lo que más reivindicaría, personalmente, es el uso del COLOR en la arquitectura contemporánea peruana. Ahí me parece que se está perdiendo muchísimo del arte popular, la arquitectura vernacular e informal, que por lo muy precaria que es, no deja de ser agradable de mirar y presenciar.



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